Historia del Mercado

En 1914, al considerar el mal estado de la plaza de Abastos de San Blas, se presenta en el Ayuntamiento una moción para reformar dicha plaza o construir una nueva, para lo que se proponía convocar un concurso de proyectos Se presentan la memoria y los planos redactados por dos profesionales logroñeses: el Ingeniero Marco Rezola y el Arquitecto Francisco Calvo. El proyecto presentaba un gran edificio de paredes de ladrillo, ventanales y armazones de hierro. Se dotaba a la ciudad de un gran mercado cuya fachada principal se organizaba a modo de calles separadas mediante grandes pilastras. Este proyecto no llego a cuajar.

En 1928 se encarga el proyecto al arquitecto Fermín Alamo, que se encontraba en el mejor momento de su carrera profesional, inaugurándose el mercado en diciembre de 1930

El emplazamiento era el mismo que el de la primera plaza de abastos, sobre la iglesia de San Blas, comprendiendo cuatro calles principales. Se proyecta con sótano, planta baja, entrepiso y piso, con acceso por cada una de las cuatro fachadas. La fachada principal se abre a la calle Sagasta, con un cuerpo central y un torreón a cada lado, que rematan en sendas torres de forma cuadrangular que apoyan en núcleos de tres columnas cada una. Para la decoración de la fachada se emplean columnas, diferentes tipos de arcos que albergan grandes ventanales y materiales tales como: hormigón armado, hierro, crista, ladrillo y cerámica vidriada; la fachada se repite en la calle Gallarza eliminando los torreones.     

Las fachadas secundarias a las calles Hermanos Moroy y del Peso, las realiza mediante una sucesión de arcos angulares adintelados, adornados con ladrillo rojo. Utiliza para la separación de los piso frisos de hormigón armado, en los que aparecen relieves alusivos a la función del edificio: entre la planta baja y la primera planta se ornamenta con temas vegetales, con cestos de verduras y frutas, y entre el primero y segundo piso mediante peces, aves y corderos.

La combinación de materiales y formas y elementos de diferentes tendencias, confiere al edificio un carácter ecléctico, al que el arquitecto llega como fruto del trabajo desarrollado en obras anteriores.

En 1987 el edificio de la plaza de Abastos ha sido objeto de una afortunada restauración.

 

Desde entonces y en diferentes años, va adaptándose a los tiempos actuales con ascensores de carga y para el publico en general